domingo, 25 de abril de 2010

Pequeños

Nunca dejará de sorprenderme el carácter de los niños. Jamás dejaré de ver maravillas en sus comentarios, en cada una de sus pequeñas acciones. Especialmente esta mañana me ha llamado la atención lo claros que tenían sus sueños algunos de ellos. Mientras que la madurez nos trae dudas, incertidumbres y oscuridad por doquier, ellos lo ven claro: saben lo que quieren, y saben que han de luchar para conseguirlo.
Muchas veces desearía tener un poco de esa decisión, de esa ilusión por alcanzar mis metas, dejar a un lado mi supuesta madurez y dejarme llevar por lo que me dicta el corazón, que generalmente suele ser precisamente aquello que me va a traer la felicidad. Alguien dijo una vez: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes", y desde hace algún tiempo esta frase no deja de hacer eco en mi cabeza.
Lo que yo daría por cambiar un trocito de mi corazón, por otro del de un pequeño; un poquito de su improvisación y desparpajo por unos cuantos de mis esquemas incomprensibles; una tercera parte de su capacidad de amar y de ilusionarse, por unas pocas de mis preocupaciones.
À bientôt!