lunes, 8 de marzo de 2010

Rutina

Qué difícil es ver la luz cuando mi rutina me agobia. Cuánto cuesta sacar un rato libre para disfrutar del día, del sol y de la lluvia, de la noche, y de mi tiempo, cuando cargo a la espalda quinientas responsabilidades. Qué duro es apagar el despertador cada mañana, murmurando: "cinco minutos más", y saber que no los tengo. Qué raro no poder sonreír a los que me rodean, porque no encuentro el momento de alegrarme por la vida.
STOP!
Qué fácil es achacar esta falta de optimismo a lo que otros me han establecido. Qué sencillo culpar a mis responsabilidades de lo inconsciente que vivo mi día a día. Qué fácil justificar mi falta de fuerza de voluntad con la cantidad de cosas que me quedan por hacer y las pocas horas que tengo. ¡Qué tonto no ser feliz porque no tengo tiempo! Tengo veinticuatro horas diarias para ser feliz, todo depende del filtro con el que mire mi rutina. La felicidad es hacer del día a día algo maravilloso, y no pienso quedarme a observar cómo las alegrías pasan por delante de mí sin tomar parte de ellas. Hay que cambiar el chip, hay que tomárselo de otra manera...

À bientôt!