Entre el tumulto propio del puro centro de Londres, donde la gente camina incluso más agobiada que en Madrid, donde los turistas se agolpan para conseguir su deseada foto con la que presumirán meses más tarde, donde un mendigo suplica el pan a un ejecutivo agresivo, cuya ajetreada agenda le impide darse cuenta de la necesidad de la persona que tiene al lado.
De noche, en el tramo que hay sobre el Támesis entre el Parlamento y el London Eye, hay un breve minuto, sólo unos segundos, en los que se produce un silencio insólito. Los semáforos en rojo y la carretera vacía dan la oportunidad de disfrutar de los colores brillando en la oscuridad. En ese instante de paz, ese pequeño respiro que brota entre el agobio, en ese pequeño momento de tranquilidad, en ese fugaz descanso para el alma... justo en ese tiempo, me vienes a la mente, y es cuando más te echo de menos.